[Curiosidad] Sobre compresas y tampones

Autor mx5
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https://youtu.be/R-t29K9pw4s

La higiene femenina ha sido históricamente una batalla oculta: el pudor, la vergüenza, supersticiones o las normas sociales impedían hablar de ello públicamente y las soluciones corrían de boca en boca, siempre en habitaciones cerradas, pese a ser algo en realidad muy natural. Pilla fina y segura mi más higiénico/a forocochera/o.

En la imagen de arriba tienes una proto-compresa hecha con papiro. Ya en la época griega y egipcia se utilizaban diferentes soluciones para absorber la menstruación, incluso hay un relato donde Hipatia tira uno de estos trapos menstruales a un señor que la acosaba.

Algodón, cáñamo, lana, papiro, virutas de madera, semillas… junto con flores y especias olorosas como el tomillo. Se doblaban y se sostenían por medio de cordeles o se creaban bolsas de tela donde contener los materiales absorbentes. Todo era posible para evitar dejar libre el flujo menstrual. Los conocimientos se pasaban de madres a hijas, entre amigas o las ayudantes de cámara confeccionaban cinturones y bragas de contención.

Las bragas como las conocemos hoy en día no existían, para eso estaban las enaguas, las bragas eran en realidad una forma de fijar las toallas sanitarias absorbentes. Bragas sanitarias medievales:

Corsé sanitario del siglo XVI:

El problema de la menstruación es que estuvo maldita desde el inicio de los tiempos. Se consideraba que la mujer era impura en los días de sangrado. Este concepto ya lo tenían los hinduistas sobre el año 3.000 antes de nuestra era y se le prohibía a la mujer entrar en templos o realizar según que actividades (esto me paso en un templo de Bali).

Desde la óptica judeocristiana también existían muchos tabús. Moisés tenía que realizar sacrificios de palomas a Yaveh tres días después de que su mujer menstruase y mientras tenía esos días, no podía tocar muebles o quedarían impuros. Por lo tanto la mujer era un bicho que durante al menos 10 días cada mes era mejor tenerla apartada de la vida pública.

El concepto de la sangre de cristo de la última cena y la vida por medio de una mujer virgen, hicieron que sangrar fuese poco menos que una maldición del diablo:

Con todo, a mediados del siglo XVIII y principios del XIX con la revolución industrial que afectaba a la industria textil, empezaron a comercializarse cinturones para sujetar los sacos donde poner las compresas hechas de trapos, algodón y lana. Las bragas del medievo no eran muy flexibles y no podían ajustarse con comodidad en la entrepierna. Con este nuevo sistema, las compresas quedarían siempre apretadas y “cómodas”.

Contenedor de compresas nórdico del siglo XVIII, con enganche frontal y trasero:

Cinturón sujeta compresas del siglo XIX:

Las compresas no eran perfectas y mujeres con sangrados abundantes podían manchar la ropa igualmente, por lo que también se inventaron un mandil de nalgas que evitaban que el vestido se manchase. Catálogo de cinturones y protectores de manchas, finales del siglo XIX:

Pañales-bragas, principios del siglo XX:

Compresas del siglo XIX para introducir en los cinturones y bragas-pañales:

Militares y enfermeras

A principios del siglo XX la industria ya tenía varias soluciones de la compresa tal y como la conocemos hoy en día, pero seguía sin ser lo suficientemente absorbente o cómoda. Pero gracias a la primera guerra mundial, se inventó el cellucotton.

Los ejércitos necesitaban un material para taponar las heridas y que fuese lo más aséptico posible, sin dejar restos. El algodón tiene el gran problema que deja muchos restos sobre las heridas y en época de guerra se volvió muy caro. De esta forma nace el Cellucotton, un tejido hecho con pulpa de madera, que es resistente, muy absorbente y no deja restos.

Al finalizar la guerra, sucede que existen una cantidad ingente de estos apósitos en manos de las enfermeras de la Cruz Roja y varios ejércitos. Dada la necesidad de usar compresas durante la guerra, utilizaban el Cellucotton con unos resultados sorprendentes y magníficos, pero al acabar la misma, no tenían a mano este producto de uso quirúrgico, por lo que escriben a la fábrica para conseguir este material.

De esta forma, la empresa papelera Kimberly-Clark compra la patente y nace Kotex. Johnson & Johnson y otros fabricantes habían lanzado compresas antes, pero no tenían el poder absorbente de Kotex gracias al cellucotton.

Hasta ese momento de la historia, las compresas textiles se habían lavado o se habían quemado en caso de ser materiales no reutilizables, pero las Kotex introducían el método “usar y tirar” que era bastante moderno para 1920. El boli BIC, las maquinillas de afeitar desechables o los Kleenex (también gracias al cellucotton y Kimberly-Clark) y el nulo concepto del medio ambiente hicieron que todos esos productos fuesen un éxito.

El tamaño y la comodidad de uso hicieron de las Kotex muy populares. Pero no fue así al principio. Dado el pudor de comprarlas, Kimberly-Clark obligo a las tiendas a ponerlas en el escaparate y crear una maquina de monedas en una esquina de los locales, para que las mujeres pudieran comprarlas sin necesidad de que un avergonzado dependiente las vendiese.

Su éxito empezó a despegar en 1930, pero no se entendía el uso de una compresa sin cinturón, por lo que Kotex también vendió cinturones de compresas y en los catalogos de los grandes almacenes convivian las viejas costumbres con los nuevos Kotex.

Y sí, a la derecha ya puedes ver los primeros tampones, lo que nos lleva a…

Tampones

Earl Haas inventó y patentó en 1931 el primer tampón con aplicador. El gran problema vino con la polémica de que una chica virgen perdería la virginidad, además de ¿qué es eso de que una mujer se introduzca algo por la vagina si no es el pene de su marido?.

Nuevamente Johnson & Johnson ya se había adelantado inventando un tampón (sin aplicador) y con un escaso éxito. Pero también históricamente hay registros de mujeres introduciéndose esponjas vaginales para contener el flujo.

Las esponjas vaginales se usaron desde la edad media hasta finales del siglo XIX, cuando aparecen los tampones. Era multiusos, porque también servía de método anticonceptivo. Hay registros de esponjas vaginales más atrás en el tiempo, pero no queda muy claro si eran exteriores o se introducían vaginalmente.

Tampones anteriores al aplicador de Haas:

El caso es que Earl Haas, cansado de tanta polémica, vende la patente a Gertrude Tenderich en 1933, que confecciona los tampones manualmente en su casa bajo la marca comercial Tampax. Con el inicio de la segunda guerra mundial y la incorporación de la mujer en el trabajo, comienzan a popularizarse.

Primera fabrica de Tampax en 1934:

Uno de los grandes aciertos de Gertrude Tenderich es contratar a dos comerciales especializados en comercializar productos de enfermeria, por lo que se centra en las mujeres trabajadoras de hospitales, que a su vez recomiendan el uso de Tampax a sus pacientes.

Para 1950, la competencia de la mano de muchos otros fabricantes hace que se centren en las mujeres jóvenes solteras, siendo Pursettes quien realiza una fuerte campaña publicitaria. el problema es que no tienen aplicador (por la patente de Tampax) y pese a tener cabezal redondo su exito se va apagando en favor de Tampax.

Curiosamente, la tan de moda hoy en día copa menstrual, nace también en 1930 y pese a su uso minoritario, ha estado desde entonces comercializada por temporadas. Su mayor problema era que estaba hecha de materiales como el látex, caucho o silicona cuyo método de fabricación daba problemas de alergia a un porcentaje alto de usuarias.

Pero el uso de una copa con recipiente no es nuevo, véase la patente de 1884, para ser usada en un cinturón sujeta compresas:

Paz y prosperidad

3 Me gusta

:thinking: :thinking:
wow que barbaro, tantos probleamas por una menstruacion ?

Saludos

Que interesante artículo gracias por compartir.


Trabajo en holief, creador de productos de belleza.